¿Adiós a las palabras por minuto? Nuevas estrategias en la fluidez lectora que impactan en la comprensión

Gabriela Silva Maceda*

 

Enfocarse en la fluidez lectora como velocidad de lectura en el aula no garantiza la comprensión y puede resultar contraproducente cuando se sacrifica la búsqueda del significado. La prosodia –expresión y fraseo de lectura– es un elemento de la fluidez que tiene un mayor impacto en la comprensión.


La comprensión lectora es uno de los principales mecanismos del aprendizaje. Aunque existen diferencias de género reportadas en los niveles de comprensión lectora favoreciendo a las adolescentes en México, según los resultados de PISA[1], la realidad es que el 53% de las y los estudiantes pueden solamente identificar ideas básicas al leer un texto de longitud moderada y reflexionan sobre el propósito y la forma de los textos solo cuando se les indica explícitamente que lo hagan[2]. Por ello es importante incorporar innovaciones educativas en lectura que realmente tengan impacto en las habilidades del alumnado.

Tengo el privilegio de impartir clases en la Lic. en Psicopedagogía en la Facultad de Psicología de la UASLP. En el contexto de la clase de Didáctica y Evaluación de la Lengua Escrita, cuando pregunto a mis estudiantes quienes fueron evaluados en lectura en la primaria con el conteo de palabras por minuto, prácticamente todas y todos levantan la mano.

Los datos que hemos recabado sugieren que la práctica de medir palabras por minuto sigue extendida, pues las niñas y los niños mexicanos leen excepcionalmente rápido en comparación con sus pares argentinos[3]. Sin embargo, esa velocidad no va acompañada de comprensión. Hemos aprendido que la fluidez –concebida como velocidad– no es garantía para desarrollar una buena comprensión lectora. Más aún, hay otros elementos de la fluidez lectora que pudieran favorecer aún más la comprensión y, por lo tanto, el aprendizaje, de nuestros estudiantes.

Aquí comparto tres lecciones alrededor de la fluidez lectora que he aprendido a partir de los estudios científicos y con algunas de nuestras investigaciones.

1. La velocidad es importante pero no suficiente… y enfatizarla puede ser contraproducente.

En países de habla hispana donde no se enfatiza la evaluación de la velocidad lectora, la velocidad de lectura es un muy buen indicador de la habilidad lectora y, la falta de ésta, es un muy buen indicador de una dificultad específica de lectura (dislexia)[4].

Sin embargo, en México subsiste la práctica extendida de evaluar palabras por minuto. Aunque los Estándares Nacionales de Habilidad Lectora de la SEP del 2010 fueron reemplazados por un énfasis hacia el significado, la realidad es que las y los estudiantes que hemos evaluado[5] en nuestro estado prefieren leer rápido a leer con precisión, con altos resultados en velocidad y comparativamente bajos resultados en comprensión lectora. Entonces, los hallazgos de la velocidad como indicador de lectura en un contexto donde se premia la velocidad a costa de la precisión y la comprensión, resulta contraproducente.

Por supuesto, la medición de palabras por minuto tiene ventajas que la han hecho permanecer en el repertorio evaluativo de muchos docentes: es fácil aplicarla, relativamente rápida, da resultados fácilmente comunicables para padres y directivos y es, hasta cierto punto, objetiva. Sin embargo, se esperaría que la rapidez lectora del estudiantado se reflejara en altos índices de comprensión y esto no es así.

Esto cobra sentido cuando se considera que una estudiante con una velocidad de lectura todavía baja, si no fuera evaluada con el método del conteo de palabras por minuto, podría leer a un ritmo adecuado para asegurar la comprensión mediante estrategias compensatorias tales como releer una palabra, leer lentamente, detenerse a hacer inferencias o releer el texto completo. No solo se dejan de practicar estas estrategias, sino que se penalizan cuando se requiere alcanzar una expectativa específica de velocidad.

Por otra parte, también hemos aprendido que…

2. Hay otros elementos de la fluidez que contribuyen más a la comprensión lectora… y pueden ser enseñados.

Una de las estrategias que utilicé, cuando fui maestra de primaria, para motivar a algunas de mis alumnas y alumnos que mostraban poco interés por la lectura era el Teatro Lector, la cual consiste en la lectura repetida del guion de una obra corta con pocos implementos de vestuario, donde la entonación y el fraseo, es decir la prosodia, son el mecanismo para distinguir a los personajes y hacer que la narrativa cobre vida.

Algunos de estos estudiantes que habían mostrado apatía se volvían actores naturales y de buscar el anonimato en el salón de clases, pasaban a buscar los personajes principales, aunque esto les implicara leer frente a los demás más textos y más extensos. Una demanda mayor de la que estaban acostumbrados a leer por su cuenta.

Las conceptualizaciones más nuevas de la fluidez incluyen, además de la velocidad y la precisión, este elemento de prosodia, que ha sido altamente asociado con la comprensión lectora en diversos estudios en español[6]. También existen estudios donde los entrenamientos en la prosodia en niñas y niños hispanohablantes resultan en ganancias en la comprensión lectora[7], superiores a las ganancias de entrenamientos en velocidad.

Además del Teatro Lector, que enfatiza la entonación adecuada para dar vida a los personajes, otras estrategias para enseñar la prosodia consisten en presentar cambios en significados por el cambio de puntuación. Como ejemplo, tomo uno de los simpáticos contrastes del libro Me como esa coma, de José Antonio Millán[8], donde el autor realza la distinción entre dos frases como las siguientes: “Perdón imposible, que cumpla su condena” y “Perdón, imposible que cumpla su condena”, las cuales se acompañan de ilustraciones acordes al significado de cada frase. Cuando se invita al alumnado de primaria a reflexionar sobre este tipo de cambios de sentido, y se les da la oportunidad de analizar ejemplos diversos, interiorizan la función de la puntuación y mejoran la comprensión lectora.

Por otro lado, enseñar a las y los estudiantes a hacer las pausas correctas en los lugares adecuados, facilita la integración de las ideas. Así, el alumno puede hacer una representación mental que realmente corresponde con lo que narra el texto.

En nuestro trabajo con niños y niñas de San Luis Potosí hemos comprobado que una breve intervención de 14 sesiones en prosodia tiene un efecto significativo en la comprensión de la lectura en voz alta[9]. Además, hemos comprobado que enseñar de forma explícita la entonación y fraseo en textos narrativos, tiene efectos en la prosodia de los textos expositivos, lo que sugiere que el alumnado se apropia de la puntuación para aplicarla en diversos contextos.

3. No hay que olvidar la precisión.

La precisión es otro de los elementos de la fluidez lectora que es difícil de lograr cuando hay un énfasis en la velocidad, o cuando no existe una retroalimentación sobre lo leído o una lectura repetida. Eliminar el énfasis en la velocidad es importante, pero también lo es ofrecer múltiples oportunidades en el aula para que todas y cada uno de los estudiantes practiquen la lectura del mismo texto hasta dominarlo. Por otro lado, también es crucial ofrecer modelos de pronunciación correcta que refuercen esta precisión. Aunque hay algunas excepciones, la falta de precisión en la lectura –es decir, que se lea “palo” en lugar de “pala” o “carro” por “caro”– podría afectar la representación mental del significado. Se puede ofrecer retroalimentación en un ambiente de apoyo y ánimo, y hay que celebrar los avances en la mejora de la precisión.

En suma, la fluidez lectora requiere nuevas estrategias, basadas en evidencias, que estén más encaminadas a la creación de significados, que es el fin de la lectura. Una reorientación de la lectura hacia la prosodia, con atención en la precisión, podría potenciar el desarrollo lector del alumnado. Con este nuevo énfasis, podremos asegurarnos de lograr mejoras en la comprensión lectora y con ello, en los aprendizajes, para ofrecer una educación de calidad con equidad.

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Referencias

Backhoff Escudero, E., Sánchez Moguel, A., Peon Zapata, M., & Andrade Muñoz, E. (2010). Comprensión lectora y habilidades matemáticas de estudiantes de educación básica en México: 2000-2005. Revista electrónica de investigación educativa, 12(1), 1-15.

Calet, N., Gutiérrez-Palma, N., & Defior, S. (2017). Effects of fluency training on reading competence in primary school children: The role of prosody. Learning and Instruction52, 59-68.

Galicia Villela, A. N. (2020). Prosodia: Factor en la comprensión lectora en alumnos de tercer grado en una primaria de San Luis Potosí. Tesis presentada para obtener el grado de Licenciatura en Psicopedagogía, Facultad de Psicología de la UASLP.

Jiménez González, J. E. & Hernández Valle, I. (2000). Word Identification and Reading disorders in the Spanish Language. Journal of Learning disabilities, 33(1), 44-60.

Millán, J. A., & Urberuaga, E. (2007). ¡Me como esa coma! ¡Glups! Parece que la puntuación es importante... México: Editorial Océano.

OECD. (2023). PISA 2022 Results (Volume I and II) - Country Notes: Mexico. https://www.oecd.org/en/publications/pisa-2022-results-volume-i-and-ii-country-notes_ed6fbcc5-en/mexico_519eaf88-en.html

Roldán, L. Á., Formoso, J., Zabaleta, V., & Barreyro, J. P. (2022). Las relaciones entre prosodia y comprensión lectora en alumnos hispanohablantes: revisión sistemática y metaanálisis. Interdisciplinaria39(3), 121-135.

Silva-Maceda, G., & Romero-Contreras, S. (2017). Leer rápido no siempre es igual a comprender: Examinando la relación entre velocidad y comprensión. Revista Costarricense de psicología36(2), 123-144.


[1] Backhoff Escudero, E. et al, 2010.

[2] OECD, 2023.

[3] Silva-Maceda, G., & Romero-Contreras, S., 2017.

[4] Jiménez González, J. E. & Hernández Valle, I., 2000.

[5] Silva-Maceda, G., & Romero-Contreras, S., 2017.

[6] Roldán, L. Á. et al, 2022.

[7] Calet, N. et al, 2017.

[8] Millán, J. A., & Urberuaga, E., 2007.

[9] Galicia Villela, A. N., 2020.


*Gabriela Silva Maceda

Integrante de MUxED. Es profesora e investigadora de la Facultad de Psicología de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Sus principales áreas de investigación son la evaluación y la intervención en lectura y escritura, el aprovechamiento académico y la aplicación de métodos estadísticos en el área educativa. Imparte clases en la Licenciatura en Psicopedagogía, y en la Maestría y el Doctorado en Psicología de la misma Facultad.



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