Sin agua ni Internet en las escuelas, ¿cómo competir en la era de la Inteligencia Artificial?

Irma Adriana Gómez Cavazos*

 

Es importante poner foco en la desigualdad en la infraestructura escolar mexicana y en sus efectos en el aprendizaje y la equidad. En México, miles de escuelas carecen de agua, electricidad, computadoras e Internet, mientras la Inteligencia Artificial redefine el futuro laboral.  Sin inversión en infraestructura y tecnología, la brecha educativa y social se ampliará aún más. Garantizar escuelas dignas es una deuda impostergable.


La educación es un derecho humano y un pilar fundamental para el desarrollo de las sociedades. Es uno de los medios más efectivos para garantizar la igualdad de oportunidades, fomentar el empleo y disminuir la pobreza [1]. Un sistema educativo de calidad requiere contar con un currículo sólido, docentes capacitados, recursos adecuados, entornos de aprendizaje seguros y evaluaciones confiables. 

Sin embargo, en México millones de estudiantes asisten a escuelas con infraestructura en condiciones precarias. Planteles sin agua, sin electricidad o sin Internet, contrastan con otros que cuentan con aulas digitales y equipos de cómputo. Esta desigualdad no es solo un problema educativo: es el reflejo de la profunda brecha social que marca al país y amenaza con agravarse en la era de la inteligencia digital. 

La Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes (NNA) establece que todos y cada NNA tiene derecho a una educación de calidad con instalaciones adecuadas que favorezcan la enseñanza y el aprendizaje. No obstante, los planteles educativos reflejan las mismas diferencias que dividen al país: acceso limitado a servicios básicos, disparidad en el equipamiento tecnológico y casi nula infraestructura adaptada para estudiantes con discapacidad. Estas condiciones varían drásticamente entre estados, zonas urbanas y comunidades rurales; mientras algunos planteles cuentan con aulas digitales e Internet, otros carecen incluso de electricidad, agua potable o sanitarios, elementos mínimos para enseñar y aprender.

Los planteles educativos son clave en el desarrollo de las personas y de la sociedad. Constituyen un espacio donde convergen estudiantes, docentes, familias y comunidad para favorecer el crecimiento intelectual, emocional y social. En ellos se cultivan habilidades y competencias esenciales para la vida y se promueve el pensamiento crítico, la creatividad, la colaboración y el respeto por la diversidad. 

El plantel educativo proporciona un marco estructurado para el aprendizaje y la transmisión de normas, valores y principios éticos que forman ciudadanos responsables, capaces de enfrentar los retos del mundo y contribuir a una sociedad más justa, equitativa y democrática. Diversos estudios como “A Place to Learn: Lessons from Research on Learning Environments” [5], y “The Impact of School Infrastructure on Learning: A Synthesis of the Evidence”[1] destacan que un entorno seguro, limpio, bien ventilado y equipado fomenta la concentración, la motivación y el compromiso de estudiantes y docentes. 

En pleno siglo XXI, servicios como la electricidad, el agua potable, los sanitarios y lavamanos deberían estar garantizados en todos los planteles. Sin embargo, en México los datos [2], [4] muestran una realidad muy distinta.

  • En educación básica, el 94.1% de los planteles tiene electricidad, pero aun miles carecen de ella.

  • Solo el 81% dispone de agua potable.

  • El 98.6% cuenta con baños, aunque muchos son insuficientes o presentan deficiencias de mantenimiento. 

  • Apenas el 85.8% ofrece lavamanos en condiciones adecuadas. 

  • Solo el 27.7% está adaptado para estudiantes con discapacidad.

Estos datos muestran que una parte importante de NNA asiste a la escuela en condiciones precarias que afectan no solo su aprendizaje, sino también su salud y seguridad.  

Adicionalmente, las carencias de servicios básicos [2], [4], no se distribuyen de manera uniforme.

  • Estados del norte y centro como Nuevo León, CDMX y Querétaro registran mejores niveles de cobertura de servicios.

  • En contraste, en el sur, Chiapas (39%), Oaxaca (40%) y Guerrero (45%) concentran los mayores rezagos, con planteles sin electricidad, agua potable o sanitarios en condiciones adecuadas.

En estas entidades del sur de México, gran parte de la población vive en zonas rurales con altos índices de pobreza y marginación. La falta de servicios básicos provoca ausentismo escolar –particularmente de las adolescentes durante su periodo menstrual– y afecta la salud y el rendimiento académico de las y los estudiantes más pobres del país.

Si los servicios básicos son la primera frontera, el acceso a computadoras, a Internet y a instalaciones adaptadas para estudiantes con discapacidad constituye la segunda.  En un mundo cada vez más competitivo y digital, estas carencias profundizan las desigualdades de origen [2], [4].

  • El 54.7% de las escuelas públicas en México carecen de computadoras para uso pedagógico.

  • Solo 41.7% de las escuelas tiene conectividad a Internet.

  • Las brechas regionales son notorias: en computadoras, destacan Tlaxcala (82.3%) Aguascalientes (80.5%) y CDMX (76.3%), frente a los niveles más bajos en Chiapas (28.1%), Tabasco (29.8%) y Oaxaca (33.1%).

  • En conectividad, lideran CDMX (83%), Aguascalientes (81.7%) y Baja California (79.1%), mientras que Oaxaca (13.1%), Chiapas (14.1%) y Tabasco (18.8%) presentan los niveles más bajos.

  • En infraestructura adaptada para personas discapacitadas, casi todos los estados quedan por debajo del 50%, al igual que en materiales adaptados para su uso, donde el estado más alto es Nuevo León con apenas el 30%.

Actualmente, vivimos una revolución tecnológica donde la inteligencia artificial (IA), especialmente la generativa (IAG) se ha convertido en una fuerza disruptiva que transforma industrias y profesiones. Al igual que ocurrió en los noventa con la expansión de Internet, la IAG redefine las competencias que exige el mercado laboral y obliga a la fuerza de trabajo a desarrollar nuevas habilidades. Saber utilizarla aumenta significativamente las posibilidades de empleabilidad.

Los datos muestran que, en un mundo cada vez más digital, la falta de infraestructura no afecta a todas las personas por igual. En las escuelas privadas y públicas urbanas, el acceso a Internet y computadoras facilita el uso de materiales digitales, plataformas de aprendizaje y proyectos innovadores; en cambio, en los planteles públicos rurales, la enseñanza se limita por la ausencia de servicios básicos y equipamiento. Las y los estudiantes sin computadoras ni Internet no podrán acceder a herramientas de IAG para hacer tareas o asegurar aprendizajes, quedando rezagados.

Así, las personas que más necesitan que la escuela sea un motor de movilidad social son quienes menos recursos encuentran en ella.  El resultado es un ciclo de reproducción de desigualdades: la carencia de servicios básicos y tecnológicos reduce el rendimiento académico, aumenta el ausentismo y limita las oportunidades futuras, perpetuando la desigualdad. Con la IA la brecha crecerá a pasos agigantados.

El reto es enorme, pero alcanzable. México se ha propuesto para 2030 aumentar el acceso a servicios básicos en las escuelas y lograr conectividad en al menos 50% de las primarias y 55% de las secundarias [6].  

Sin embargo, las metas fijadas por México resultan claramente insuficientes frente a los avances de otros países de la región. Chile ya supera hoy el 90% de escuelas conectadas y Brasil registra más del 80% en secundaria [3].  Lograr una verdadera equidad educativa exige invertir de forma sostenida en infraestructura básica y digital, priorizar a los estados y comunidades con mayores rezagos, ampliar el presupuesto para mantenimiento preventivo y capacitar al cuerpo docente en el uso pedagógico de la tecnología para traducirla en aprendizajes efectivos. 

La desigualdad en la infraestructura escolar mexicana no es un tema secundario: es la raíz de la desigualdad social.  Mientras en una ciudad una niña accede a computadoras e Internet, otra en la sierra estudia sin electricidad ni agua potable. La escuela debería ser el lugar donde cada estudiante encuentre las mismas oportunidades para construir su futuro. Si la escuela es el lugar donde México forma a sus futuros ciudadanos, garantizar escuelas dignas, seguras y tecnológicamente equipadas no puede esperar: es una urgencia moral y el cimiento de un México más justo y equitativo. 

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Correo electrónico: irma.gomez@ascendconsulting.mx

LinkedIn: irmagomezc


Referencias

[1] Banco Mundial. (2022). The impact of School Infrastructure on Learning: A Synthesis of the Evidence. Washington, DC: World Bank. Recuperado de: https://documents.worldbank.org/en/publication/documents-reports/documentdetail/905061468148171954/the-impact-of-school-infrastructure-on-learning-a-synthesis-of-the-evidence

[2]Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación (Mejoredu). (2024). Indicadores nacionales de la mejora continua de la educación en México. Edición 2024: cifras de los ciclos escolares 2018-2019 a 2022-2023. Ciudad de México: Mejoredu. Recuperado de: https://www.mejoredu.gob.mx/images/publicaciones/indicadores-nacionales-2024.pdf

[3]Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OECD). (2023). Education at a Glance 2023:OECD Indicators. París: OECD Publishing. Recuperado de: https://www.oecd.org/education/education-at-a-glance/

[4]Secretaría de Educación Pública (SEP). (2023) Estadística Continua 911: Infraestructura y servicios educativos en planteles públicos. Ciudad de México: SEP. Recuperado de: https://planeacion.sep.gob.mx/Formatos911.aspx

[5]UNESCO. (2021). A place to Learn: Lessons from Researchon Learning Environments. París. UNESCO. Recuperado de: https://unesdoc.unesco.org/ark:/48223/pf0000377254

[6]UNESCO Institute for Statistics (UIS). (2024). SDG4 country profiles: Mexico.UNESCO. Recuperado de: https://uis.unesco.org/en/country/mx


*Irma Adriana Gómez Cavazos

Integrante de MUxED. Es doctora y maestra en Economía Aplicada por Texas A&M University. Cuenta con más de 20 años de experiencia en el sector educativo, fue Oficial Mayor de la SEP, Decana de EGADE Business School y profesora investigadora del Tec de Monterrey. Actualmente es consejera independiente de empresas y Directora Ejecutiva de Ascend Consulting.




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