Nombrar suma: lenguaje incluyente en la clase de matemáticas
Ana Laura Barriendos Rodríguez y Yolanda Reséndiz Arvizu*
Las mujeres tienen una menor presencia en áreas STEAM y ello no obedece simplemente a elecciones personales, sino a un complejo entramado social que paulatinamente las va excluyendo. El lenguaje incluyente es un factor esencial para hacerlas visibles en la escuela y para que se sientan interpeladas, especialmente en actividades de áreas STEAM.
En la escuela de Jimena pusieron un anuncio: “Taller de ajedrez. Los interesados en participar anoten su nombre y grupo”. Aunque ella quería aprender a jugar, entendió que el llamado no era para ella y se quedó fuera de la actividad. Las niñas identifican pronto que ciertos espacios las excluyen, así que no es extraño que todavía haya una menor presencia de las mujeres en áreas como matemáticas, ciencia y tecnología. En México, las mujeres representan entre 25 y 32% de la matrícula en carreras que involucran a las TICs e ingenierías[1], y según reporta la UNAM, en la licenciatura en matemáticas solamente 15% son mujeres[2].
La historia no comienza así. A edades tempranas niñas y niños obtienen resultados similares en matemáticas, pero conforme avanzan en su trayectoria escolar ellas van quedando atrás y, lo que es más preocupante, con un menor autoconcepto respecto a sus capacidades incluso si alcanzan buenas calificaciones[3].
Si bien lo anterior es resultado de múltiples factores sociales, el lenguaje juega un papel esencial moldeando ideas como que las niñas son buenas en español y no tanto en matemáticas, que el área STEAM no es femenina y que quienes hacen ciencia son hombres. En ese contexto, las palabras del profesorado tienen un fuerte impacto en la percepción que las niñas tienen de sí mismas como estudiantes en general y sobre sus capacidades para aprender matemáticas.
En las escuelas de nuestra región la constante es el uso del genérico masculino para interpelar al grupo, por ejemplo, “los alumnos de 4° grado”, “formen equipos de tres niños”, “que pasen todos al frente”. En trabajos que han utilizado la observación de clases con perspectiva de género se ha encontrado que casi el 100% de las ocasiones en las que el profesorado se dirige a las y los estudiantes de primaria y secundaria utiliza el genérico masculino. En el nivel medio superior fue significativamente menor, encontrando este lenguaje en aproximadamente la tercera parte de las veces[4].
La lengua española reconoce que en los sustantivos en masculino se incluyen ambos géneros y quienes defienden este formato en la comunicación consideran que utilizar el lenguaje incluyente está en contra de las normas establecidas por la Real Academia Española. El hecho es que el uso del genérico masculino está normalizado, es decir, se encuentra tan arraigado que se ha naturalizado y, por lo tanto, no parece haber necesidad de cuestionar o discutir su uso.
Cuando se inicia el debate sobre este tema se señala el androcentrismo que hay detrás de esta práctica, al colocar lo masculino como primordial, invisibilizando otras identidades y manifestaciones[5]. Por ejemplo, cuando se habla de “los científicos” algunas personas pueden asegurar que, como afirma la RAE, ahí se incluye tanto a hombres como a mujeres. Sin embargo, el discurso de que las mujeres están incluidas en el masculino genérico se utiliza a conveniencia[6].
Cuando un profesor dice “niños pueden salir al recreo” y una niña no sale porque ella piensa que esa instrucción no está dirigida a ella, el profesor la “corrige” mencionando que cuando él dice “niños” se refiere a niños y niñas, pero más tarde cuando él dice “niños, quienes quieran unirse al equipo de fútbol anótense en esta lista” y la niña se anota, el profesor recalca “dije niños, el equipo es de hombres”. Es decir, las mujeres desde pequeñas tenemos que estar adivinando cuándo se nos incluye en el masculino genérico y cuándo no, de qué actividades podemos formar parte y de cuáles no. Esto genera una gran confusión, las niñas y mujeres tenemos que esforzarnos constantemente para interpretar si estamos incluidas o no en ese uso del lenguaje[7].
Lo cierto es que al leer o escuchar “los científicos” automáticamente se asocia a una actividad que hacen los varones y eso no refleja la realidad porque oculta las actividades y profesiones de la mitad de la población, lo que impide hacernos una imagen mental de las mujeres participando en diferentes facetas y con ello, fomentando la reproducción de estereotipos.
Una forma de generar cambios es a través de la concientización de lo que hay detrás del lenguaje y, poco a poco, ir venciendo las resistencias sociales para adoptar alternativas al masculino genérico. ¿Qué estrategias pueden seguirse en la escuela?[8] :
Aludir el género femenino explícitamente: “las niñas y los niños de este grupo”, “padres y madres de familia deben asistir a la junta”, “las y los que resolvieron el ejercicio de ayer”.
Usar lenguaje no binario o neutro: “la dirección solicita la asistencia al festival”, “el estudiantado”, “el profesorado”, “el colectivo docente”, “las familias”, “las personas interesadas”, “la comunidad estudiantil”, “las personas que administran la cooperativa”, “nadie del salón”, “las infancias”.
El lenguaje es una construcción cultural y cambia constantemente a partir de movimientos sociales, geográficos y políticos. En ese sentido, es posible modificarlo y, a través de él, nombrar realidades diferentes a las hegemónicas y androcéntricas. Por otro lado, es importante considerar que el uso del lenguaje inclusivo debe estar presente no solo en la forma en la que las y los profesores se dirigen a las y los estudiantes, sino también en los ejemplos que ponen en clase. Se deberían evitar aquellos que reproducen estereotipos de género y en su lugar, utilizar el lenguaje tanto para mostrar la diversidad como para la redistribución de actividades y mayor equidad; es decir, presentar a mujeres en los ámbitos donde han sido invisibilizada –como la ciencia y las matemáticas– y a los hombres en actividades que han sido tradicionalmente atribuidas al ámbito femenino, como ser cuidadores de sus hijas e hijos o responsables de realizar labores del hogar.
El lenguaje incluyente no es una moda de lo políticamente correcto, es una apuesta pedagógica para cerrar brechas. Nombrar a las niñas y a las adolescentes es reconocer su presencia en la escuela y su derecho a aprender en igualdad de condiciones.
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[1] Información a partir de los cuestionarios 911 del Ciclo 2024-2025 (cifras preliminares). Total matrícula de T.S.U. y Licenciatura Público y Privado. Presentado en el 1er Congreso MUxED, Qro. 2025.
[2] Datos estadísticos DGAE-UNAM, ciclo 2023-2024 https://oferta.unam.mx/matematicas.html
[3] OECD (2019). https://www.oecd.org/en/publications/why-don-t-more-girls-choose-to-pursue-a-science-career_02bd2b68-en.html
Garduño, E. y Reyes, A. (2022). https://www.movimientostem.org/wp-content/uploads/2022/02/Mujeres-y-educacion-en-STEM-una-mirada-con-perspectiva-de-genero.pdf
[4] Reséndiz-Arvizu, Y. (2023). https://ri-ng.uaq.mx/handle/123456789/8687
Reyes-Ramírez, D. (2024). https://ri-ng.uaq.mx/handle/123456789/10927
Razo, A. y Cabrero, I. (2017). https://educacionmediasuperior.sep.gob.mx/work/models/sems/Resource/12302/1/images/genero.pdf
[5] Jiménez, C. y Mancinas, R. (2021). https://dx.doi.org/10.12795/9788447223022
[6] Moreno. M. (2000). Cómo se enseña a ser niña. El sexismo en la escuela. Icaria Editorial.
[7] Meana, T. (2017). https://www.youtube.com/watch?v=S93mWv0FfZE
[8] Almada, T. (2025). https://www.uaq.mx/docs/guiaLenguajeIncluyente.pdf
*Ana Laura Barriendos Rodríguez
Integrante de MUxED. Doctora en Pedagogía por la UNAM. Actualmente realiza una estancia posdoctoral en la Facultad de Psicología y Educación de la Universidad Autónoma de Querétaro desarrollando proyectos centrados en la formación docente. En años recientes se ha enfocado en el desarrollo y uso de instrumentos de observación de prácticas docentes y en la enseñanza de las matemáticas con perspectiva de género.
*Yolanda Reséndiz Arvizu
Pluma invitada. Licenciada en Psicología, Especialista en Enseñanza y Aprendizajes Escolares y Maestra en Aprendizaje realiza de la Lengua y las Matemáticas por la Universidad Autónoma de Querétaro. Actualmente el Doctorado en Investigación Educativa en la Universidad Autónoma de Tlaxcala. Tiene experiencia docente en educación básica y licenciatura. Ha diseñado e implementado talleres y diplomados relacionados con la equidad de género.